En el centro de la boutique hay un puesto de trabajo de relojero. Los visitantes ven al maestro tan pronto como abren la enorme puerta de bronce instalada en la entrada. Inmediatamente detrás de él hay un rincón apartado. Aquí, sentado en mesas pequeñas, puedes echar un vistazo más de cerca al reloj. Los cronómetros mismos se exhiben en escaparates. Las paredes de la boutique están escondidas detrás de paneles de roble corrugado. Este tratamiento hizo que la madera dura pareciera una tela suave. La iluminación del techo está disfrazada, solo en el centro sobre el relojero cuelga una lámpara monumental, cuyo óvalo está cubierto con una lámina de oro desde el interior. El interior utilizaba azulejos, seda de color marfil, bronce grabado y todos los muebles estaban hechos de roble teñido por pedido especial.